Bouzas: esplendor y ocaso de un balneario a orillas del lago de Sanabria

En la margen sur del lago de Sanabria, sobre un enorme peñón que baja casi vertical desde la superficie hasta el fondo del mismo, en el término de Ribadelago y ayuntamiento de Galende, se encuentran los restos de la antigua hospedería del Balneario de Bouzas. Una explotación hoy abandonada pero que contribuyó tiempo atrás a la divulgación y protección del lago de Sanabria y su entorno.

Si bien en España los romanos y los árabes ya emplearon las aguas de determinados manantiales con fines curativos, no fue hasta el Renacimiento cuando se despertó nuevamente el interés por el termalismo. En el siglo XVIII comienzan a construirse los primeros balnearios como se entienden hoy en día. A mediados del XIX, coincidiendo con la llegada del ferrocarril y las desamortizaciones, el sector alcanza su momento de esplendor.

En los años siguientes la burguesía encontrará en estos lugares un lugar de descanso y esparcimiento, más allá de los fines estrictamente sanitarios. En el caso del balneario sanabrés se exaltan los paseos entre los frondosos bosques que circundan el balneario, el sonido de las aves (ruiseñores, oropéndolas, tórtolas, jilgueros, pardillos) “y otras aves cantoras que en tanta abundancia pululan por aquellas selvas”) y los paseos en el barco del dueño movido por cuatro remos y “si hay quien sepa manejarlo y sopla viento, armado de vela”.

«Como de huevos podrido

Dibujo del lago de San Martín de Castañeda, en la actualidad más conocido como lago de Sanabria; Semanario Pintoresco Español, 28 de noviembre de 1852

Las aguas sulfurosas que manan en la zona de Bouzas debieron ser empleadas por los lugareños desde antiguo, recibiendo el sobrenombre de “divinas”. Pero no fue hasta finales del siglo XIX, cuando se analizaron y se explotaron.  De antes de ese punto cabe destacar el relato “El lago de San Martín de Castañeda” firmado bajo el pseudónimo de “El Hijodalgo”, publicado en la edición del 28 de noviembre de 1852 del Semanario Pintoresco Español, revista divulgativa con ilustraciones y discurso costumbrista. El autor del relato narra un viaje a Sanabria en junio de 1847 donde, después de múltiples peripecias, consigue llegar a “una fuente muy rara” de la que tiene noticia tras almorzar en el convento de San Martín de Castañeda:

“(…) Un fuerte olor, como de huevos podridos, me dijo antes de llegar a la orilla que la buscada fuente era de las sulfurosas. ¡Oh poder de una imaginación joven! Me creí descubridor de un tesoro, y veía la humanidad podrida levantándome estatuas (…) No sé hasta dónde hubiera llevado mis planes, que aún hoy podrán ser realizables, si, como creo, se puede salvar el único inconveniente que hallé al examinar despacio la fuente. El manantial que vi es tan escaso, que no pasará de una pulgada cúbica. En cambio tiene una agradable temperatura, como de agua tibia, y está sumamente cargado del principio sulfúrico. En dos segundos tiñe de negro una moneda de plata, y en la roca donde brota, a la altura de dos o tres varas sobre el nivel del lago, deja un abundante sedimento blanco, parecido en su forma al hollín. Esta fuerte saturación paréceme que anuncia un gran depósito, que debe tener más desaguaderos a la inmediación, o bajo el nivel de las aguas del lago. Por lo menos, vale la pena de investigarlo, y por mi parte no puedo hacer más que indicar (…)”

El 8 de junio de 1873 la Gaceta de Madrid publicaba una orden del día 29 del mes anterior donde el gobierno de la República declaraba de utilidad pública las aguas de Bouzas y autorizaba a Fidel Ramos, sacerdote, para que “con sujeción a los planos presentados y a las prescripciones de las leyes, pudiera construir establecimiento balneario en las oficinas y dependencias necesarias, en el término de un año”. Según recoge Pío Gavilanes primero y Fernández Duro luego, es en este momento donde, a raíz de una casual confusión, el entorno es bautizado como Bouzas en lugar de Touzas, que es como se conocía el paraje en el que se encuentra. No en vano, a 100 metros de altura sobre la misma orilla del balneario se encuentran las denominadas llagonicas Touzas, unas antiguas lagunas hoy convertidas en turberas, como explica en este artículo la asociación CryoSanabria. El término “touza” es común en la zona galaico-leonesa y hace referencia a un lugar con árboles o matorrales altos o bien al propio tronco de un árbol después de ser cortado. Según Luis Cortes Vázquez en su estudio del dialecto hablado en el pueblo de Lubián, de esta palabra derivaría el nombre del Santuario de Nuestra Señora de la Tuiza, en dicha localidad.

La declaración de utilidad pública de las aguas de Bouzas se sustentó en la memoria analítica de las mismas, realizada en 1872 por el doctor Antonio Casares Rodríguez, químico y farmacéutico gallego. Esta memoria está reproducida junto con otros datos ofrecidos por el doctor Pío Gavilanes, médico del Balneario, en un libro editado en Astorga en 1878. En este libro podemos obtener múltiples datos sobre el pasado de este rincón del lago de Sanabria y a él pertenecen los párrafos entrecomillados que sigan.

En la zona de Bouzas existen tres manantiales diferentes, el del Peñón, el de Escalón y el del Arenal, si bien fue el primero el que se analiza y comienza a explotarse a partir de 1873. Su agua sulfurosa, incolora, transparente y cristalina, mana a una temperatura estable de 15 grados, por lo que hay que clasificarlas dentro de las aguas termales frías. El olor y el sabor se define como de “huevos podridos”. 

Los efectos de las aguas de Bouzas son ampliamente descritos por el doctor Gavilanes.  Como acción fisiológica una “sanguinificación rica en principios reconstituyentes”, mejoría real y efectiva en enfermedades crónicas del aparato respiratorio, aumento de la actividad funcional de los riñones. Cabe destacar la existencia de las memorias médicas inéditas de seis temporadas, que se encuentran en la Universidad Complutense de Madrid y que han sido investigadas recientemente por Pilar Delgado García.

Las edificaciones

Las instalaciones cambiaron de manos antes de su apertura, siendo embargadas y posteriormente adquiridas por Celestino Requejo mediante subasta pública. Fueron finalmente abiertas como establecimiento de baños en 1876. Precisamente un hijo del propietario de Bouzas, Honorino Requejo, fue uno de los impulsores para que el lago pasase al dominio público en 1932 tras ser propiedad, primero de los monjes de San Martín de Castañeda y, tras la desamortización, de la familia Villachica.

El balneario construido en el primero, consta de los departamentos siguientes: 1º. Un depósito cerrado perfectamente, levantado en derredor del manantial, y cuyos muros de contención, por los lados de mediodía y naciente, están formados por la gran roca granítica de donde brotan las aguas. Sus dimensiones son 3,50 metros de alto, 5 de largo, 3,20 de ancho por una parte, y 2,60 por la opuesta, formando así un cuadrilongo irregular con capacidad para 28.800 litros. 2º. Una pequeña caseta con un surtidor que viene directamente del manantial y que está armado de su grifo correspondiente, destinada á la bebida de las aguas. 3º. Un aparato de calefacción, que toma las aguas directamente del depósito, y desde el que son conducidas por medio de tubos bien acondicionados á las bañaderas. 4º. Un edificio de un solo piso, que contiene á uno de sus lados cuatro gabinetes, cada uno con su magnífica pila de baño, de una sola pieza y construida con el granito que tanto abunda en la localidad (…) otros cuantos cuartitos con su cama para reposar ó sudar”.

De las construcciones del balneario descritas en el extracto anterior solo queda en la actualidad el depósito de piedra unido a la gran roca de donde mana el agua, como se ve en las fotos actuales anteriores. La salida del agua desde este depósito suele estar taponada por las hojas que caen al mismo, si bien se libera fácilmente y el agua comienza a brotar por un pequeño orificio en la parte baja. El agua cae directamente al suelo, formando un pequeño reguero que se pierde en el lago. Junto a este depósito, al que se accede por un pequeño camino rodeado de zarzas, se encuentran bien visibles dos de las bañeras de piedra mencionadas en el texto, otras dos bañeras se esconden entre maleza y escombros.

En la siguiente postal de época (alrededor de 1910) puede observarse, en la esquina inferior izquierda, parte de una de las sencillas construcciones desaparecidas del balneario (debieron ser derruidas a partir de 1960).

A unos 100 metros del balneario propiamente dicho se encuentra la hospedería o fonda que daba el servicio de alojamiento y restaurante a los visitantes: 

“… edificada á poco trecho de la orilla del lago, sobre una extensa roca que se hunde en él casi perpendicularmente, y en una ligera explanada que se ha aumentado con desmontes de no pequeño coste. Es de figura irregular, consta de dos pisos, bajo y principal, y entre ambos contiene habitaciones suficientes para alojar con comodidad hasta 40 bañistas. En su piso bajo se halla un espacioso comedor, que sirve también de salón de recreo (…) Contigua a la misma casa se encuentra una pequeña Capilla donde casi diariamente se celebra misa, de la que no carecen nunca los bañistas en los días festivos”

El edificio de la hospedería original fue ampliado ya en el siglo XX. Una vez cerrado el balneario, esta edificación funcionó como alojamiento y en las últimas décadas del siglo fue clausurado. En la actualidad ha sido vandalizado.

Un reclamo para Sanabria

Bouzas impulsó el descubrimiento del lago de Sanabria para el mundo. Por su hospedería pasaron personas de renombre en el mundo de las artes, las ciencias y la política.  De entre todas las visitas cabría destacar la de Miguel de Unamuno en 1930, que le serviría para gestar su novela “San Manuel Bueno, mártir”, ambientada en la legendaria villa de Valverde de Lucerna, a orillas del lago. Llegó a Sanabria invitado por Honorino Requejo. Se conserva el libro de visitas de la hospedería donde Miguel de Unamuno escribiría uno de los poemas con los que abre la novela (San Martín de Castañeda, espejo de soledades…) y, debajo: “En el lago de San Martín de Castañeda, de Sanabria, oyendo el rumor de Valverde de Lucerna, sumida bajo las aguas, el día 1 VI 1930” (ver foto abajo). En una carta de 1936 el periodista soviético Ilyá Ehrenburg afirmó haber visto durante su visita a Bouzas “hace cinco años” un libro de firmas de huéspedes con unas líneas sobre la belleza del paisaje circundante escritas por Unamuno. Más tarde, en 1959, Joaquín García Aroca reprodujo la página autógrafa en blanco y negro en su libro “El lago de Sanabria: sitio natural de interés nacional, paisaje pintoresco”.

También aparece Bouzas en la Memoria de la Misión Pedagógica-Social en Sanabria llevada a cabo en el año 1934 y dirigida por Alejandro Rodríguez Álvarez (el maestro y dramaturgo de la generación del 27 conocido como Alejandro Casona). Honorino Requejo se unió a la expedición para colaborar con la Misión. Los participantes tuvieron oportunidad de comer en el balneario («refugio ocasional de turistas ingleses y alemanes«) donde, según recoge la memoria, vieron los manuscritos de Unamuno con sus “versos sanabreses”.

A finales de los años 50 parte de la película «Maribel y la extraña familia», dirigida por José María Forqué, se rodó en la hospedería, que fue convertida, a través de decorados, en una fábrica de chocolate (ver foto abajo y entrada enlazada).

Bouzas en el siglo XXI

En la actualidad la titularidad de la hospedería es independiente de la titularidad del manantial. En cuanto a la hospedería, en febrero de 2006 el diario El Norte de Castilla recogió la presentación de un proyecto a las ayudas Leader (Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural) para la restauración de la antigua edificación de Bouzas y la instalación de un centro de turismo rural. El proyecto, presentado por la propietaria del inmueble en ese momento, se cifraba en 225.939 euros con una ayuda de 76.819 euros. El 26 de marzo el edificio sufrió un incendio que según la prensa fue “un revés para los propietarios del inmueble que tenían planeado recuperar el edificio por su valor histórico, y que ahora temen hacer esas inversiones”. En 2016 se conoce a través de un artículo en La Opinión – El Correo de Zamora con motivo del fallecimiento Raúl Prieto Cirac la compra años atrás de la hospedería por parte de la familia Prieto Cirac de Zamora. En octubre de 2020 se publica en la web Idealista el anuncio de la venta del edificio (770,12 metros cuadrados) y solar (7.177 metros cuadrados) por valor de 800.000 euros, en nombre de la inmobiliaria Ruiz Villasuso.

En cuanto a los manantiales, en 2006 la ficha de campo del Balneario de Bouzas en el “Estudio y Evaluación del potencial hidromineral de Castilla y León” lo clasifica como inactivo e indica que “la actual dueña, Jesusa Requejo, vive actualmente en Puebla de Sanabria y estaría dispuesta a negociar cualquier puesta en valor de estos antiguos baños y sus terrenos aledaños

Algunos de los restos encontrados en las prospecciones realizadas por la asociación Gemosclera. Fotografías: Gemosclera

En abril y noviembre de 2012 la asociación Gemosclera realizó dos jornadas de muestreo subacuático de la zona de Bouzas en las que se encontraron restos de menaje (platos, jarras, vasos…) de la segunda mitad del siglo XIX y restos de una embarcación, probablemente la que refiere Pío Gavilanes en 1878 cuando habla de los atractivos del lugar. Durante 2016 y 2017 el mismo equipo realizó, en el contexto de un proyecto de intervención arqueológica para delimitar la zona a proteger, nuevas labores de prospección en las que fueron localizados más restos de embarcaciones. Para conocer más sobre estas prospecciones se recomienda leer el trabajo de Pilar Delgado García y Daniel Cruz Álvarez, publicado en el Anuario 2018 del IEZ Florián de Ocampo.

Visión aérea de la hospedería. Cedida por Valentín Sesma del blog sanabriamagica.wordpress.com

Los restos de Bouzas son parte de la historia reciente del lago de Sanabria, declarado Parque Natural desde 1978. Sería deseable que tanto la fuente como la hospedería luciesen otro aspecto, pudiendo convertirse en un atractivo más de Sanabria. A pesar de tratarse de propiedades privadas, es función de las administraciones públicas proteger y divulgar el patrimonio natural, histórico y etnográfico de los pueblos. Además del fenómeno geológico de las aguas termales, los restos nos hablan de una incipiente actividad económica que, a pesar de su corta duración (no llegó al siglo), contribuyó decididamente a la divulgación de este rincón de la provincia de Zamora.


Javier García Martín
Última actualización, febrero 2022.

8 comentarios en “Bouzas: esplendor y ocaso de un balneario a orillas del lago de Sanabria

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