No fue algo común en el urbanismo de la ciudad de Zamora: la calle Viriato, dentro del segundo recinto amurallado, es una calle completamente nueva. Su historia se remonta a la década de los años 80 del siglo XIX, cuando la ciudad buscaba dibujar sobre su callejero un eje norte-sur que conectara el barrio de la Lana (calle Sancho IV) con el de la Horta (a través de la cuesta del Piñedo).

Con el objeto de enlazar la calle Quebrantahuesos con la de Santa Olaya -que finalmente no fueron alineadas ni ensanchadas- se abrió la calle Viriato en el solar que dejó el derribo de la Administración Vieja (antigua casa de los Mazariegos). El resultado es el que disfrutamos en la actualidad, una calle ancha jalonada a ambos lados por estupendos ejemplos de la arquitectura doméstica del siglo XIX, de estilo ecléctico. Como autores dos nombres: el maestro de obras Eugenio Durán y el arquitecto Segundo Viloria.
Como recoge Joaquín Hernández Martín en su «Guía de la Arquitectura de Zamora», las construcciones de esta calle «presentan un desarrollo típico de bajo y tres plantas de pisos, con distribución simétrica de huecos y vanos adintelados«. Por su parte Álvaro Ávila de la Torre en su tesis doctoral sobre la arquitectura zamorana entre 1850 y 1950, afirma que la creación de la calle Viriato «fue una de las grandes intervenciones» con el objeto de «crear un hermosa rúa, de gran empaque a pesar de su escasa longitud, donde la burguesía pudiera elevar sus casas y, de este modo, abandonar las estrechas y umbrías callejas del casco antiguo«.
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