La Catedral de Zamora acoge la exposición principal de la XXVIII edición de Las Edades del Hombre que se prolongará hasta el Domingo de Resurrección de 2026. Bajo el título «EsperanZa» la muestra se divide en tres momentos o capítulos por los que peregrina el visitante tras el «preludio» de la iglesia de San Cipriano.
Resulta especialmente interesante el diálogo entre obras de épocas tan dispares. De las hojas de acanto de un capitel románico a la «tranquilidad estética» del «Profeta» vanguardista del escultor Pablo Gargallo (1881-1934). De las manos abiertas de la Piedad del retablo de La Anunciación de Valladolid a las manos que abrazan en el emocionante mural «Encuentro en la luz» de Teresa Peña (1935-2002). Y bajo el crucero de la Catedral, el Yacente intentando despojarse de la gravedad salido de la gubia del salmantino Venancio Blanco (1923-2018).

De este relato compartido participan un puñado de artistas zamoranos, muestra del enorme talento atesorado por la generación zamorana del siglo XX y puente al XXI. Entre los autores de las más de ochenta obras de “EsperanZa” están Baltasar Lobo (Cerecinos de Campos, Zamora, 1910 – París, 1993), Tomás Crespo Rivera (Zamora, 1932), Antonio Pedrero (Zamora, 1939), Satur Vizán (Zamora, 1951) y Ele Pozas (Toro, Zamora, 1984).
«Maternidad» de Baltasar Lobo

Según la historiadora María Bolaños, el artista del exilio hizo de un tema, la maternidad, un estilo propio. Lobo indaga una y otra vez en estas escenas. A veces la madre levanta al aire al niño y en otras ocasiones ambas figuras se funden en una sola forma. Esta pieza en bronce forma parte del Fondo de Arte de la Diputación Provincial de Zamora. Convive en la muestra con dos obras del siglo XVI sobre la maternidad de Santa Ana y María.
«Calvario» de Tomás Crespo Rivera

Este calvario en bronce data de 1964, cuando no hacía ni una década de la primera exposición del autor. Lo elaboró Tomás Crespo para un panteón del Cementerio de Zamora. La escultura de Tomás Crespo, dijo el crítico García Viñolas, es la propuesta de «un arte que no desea deshumanizarse sino descubrirnos en silencio otro postulado de la humanidad».
«Estampas del campo zamorano» de Antonio Pedrero

Pedrero es, sin duda, el gran pintor de la Zamora del siglo XX. A la entrada de la Catedral el visitante se encuentra este mural que, a modo de tríptico, retrata las labores tradicionales del campo zamorano. Lo realizó por encargo de la familia Bártulos de Zamora entre el año 1995 y 1996 que solicitó que en el mural apareciesen representadas las localidades de Castroverde de Campos, Moraleja de Sayago y El Pego.
Sin título, de Satur Vizán

Satur Vizán domina la técnica de la acuarela. En sus obras acostumbra a retratar el paisaje urbano, calles e interiores (en este caso dos vistas diferentes de la esquina de la calle Alfonso IX con Príncipe de Asturias en Zamora). En sus escenas de desechos y embalajes dignifica lo descartado y cuestiona quizás la relación de la vida urbana con el desperdicio.
«Angustia» de Ele Pozas

Ele Pozas, toresana, es la autora de esta impresionante obra de dos metros de diámetro que sobrecoge al espectador. La propia artista se interroga: «La inocencia robada, la ansiedad, angustia, sentirse perdido, desubicado, no entender, decepción, una pregunta sin respuesta ¿por qué?».
Las Edades del Hombre regresan a Zamora un cuarto de siglo después como un puente tendido entre pasado y futuro, donde distintos lenguajes artísticos siguen planteando, siglo tras siglo, las mismas preguntas esenciales. Una nueva ocasión para redescubrir la ciudad a través de una propuesta cultural de primer orden.
Javier García Martín
