El paisaje urbano está lleno de elementos que enlazan historias, de restos que narran su transformación y nos sirven para leer la historia económica de la comunidad que lo habita.
En la calle Sacramento de Zamora resisten a su desaparición completa las ruinas del edificio que ocupó el taller del escultor Ramón Abrantes hasta el final de sus días. Las columnas del cercado exterior de la vivienda están construidas en ladrillo y en los laterales del extremo superior pueden verse varias piezas con inscripciones de fábrica donde se lee: “PERDIGÓN ZAMORA” y “SAN ANTONIO”. Este detalle, apreciable también en algún otro edificio de la ciudad, nos traslada a poco más de 10 kilómetros de distancia de la ciudad.

A un lado de la carretera ZA-L-2106 que une El Perdigón con Morales del Vino y muy cerca de la estación de ferrocarril que compartían ambas localidades, se encuentran los restos de la primera tejera industrial abierta en la provincia de Zamora. La fábrica “San Antonio” fue creada por Julio Alonso Santos en los primeros años del siglo XX y el nombre supongo que hace alusión al patronazgo que ejerce el santo lisboeta sobre el gremio de la albañilería.
La ciudad de Zamora vivió en los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX la que se ha denominado Segunda Edad de Oro de la arquitectura local, rememorando aquel otro momento de esplendor del siglo XII con el Románico. Esta Segunda Edad de Oro no es si no la manifestación material de una fugaz etapa de crecimiento económico y demográfico, caracterizada por el uso del ferrocarril, el establecimiento de las primeras industrias y el florecimiento del comercio especializado.
La ciudad, que hasta entonces apenas había rebasado sus murallas, comenzó a renovar parte de su caserío, prácticamente medieval. María Ascensión Rodríguez Esteban explica en su trabajo “La arquitectura de ladrillo y su construcción en la ciudad de Zamora (1888-1931)” cómo el protagonismo que cobró el ladrillo en la arquitectura desde finales del siglo XIX hizo que surgieran en la provincia algunas plantas de fabricación industrial, como la de “San Antonio” en El Perdigón, que llegaría a ser la de mayor producción.

Pascual Madoz en su Diccionario (1845) ya señalaba la existencia de varios tejares o tejeras en El Perdigón, anteriores a esta fábrica industrial, “de donde salen los ladrillos, tejas y baldosas que se consumen en la capital y muchos de los pueblos limítrofes”. Serían pequeñas explotaciones artesanales, como las que existieron en los barrios de la ciudad de Zamora, caracterizadas por su pequeña capacidad productiva, su limitado radio de distribución y su carácter familiar.
El porqué de las tejeras y los alfares en El Perdigón es sencillo de adivinar: la disponibilidad de agua y arcilla, los principales factores de producción. Además, en el caso de la fábrica “San Antonio», la cercanía a la estación de tren -con su edificio de viajeros y su edificio de carga- le permitiría distribuir sus productos.


La acogida de la fábrica «San Antonio» fue muy buena, de ello da constancia la noticia recogida en la prensa en abril de 1913 acerca de la ampliación de la tejera «para poder hacer frente a sus muchos encargos«. Funcionó durante varias décadas: desde los años 20 gestionada por la viuda de Julio Alonso y, posteriormente, por sus hijos. La actividad cesó en el último tercio del siglo XX.



Desde la carretera se distinguen claramente dos tipos de ruinas, las correspondientes a la fábrica más antigua, de principios del s.XX, y las pertenecientes a construcciones más recientes. Destacan las dos chimeneas, especialmente la más alta con sus adornos cromáticos. Entre las grietas ha conseguido crecer un almendro, como se aprecia en las fotos superiores.
En 2017 la fábrica fue víctima de un incendio que aceleró su deterioro. Hoy, el paraje, de titularidad privada, luce como un bello cadáver de la arquitectura industrial, testimonio silencioso de un pasado de mayor esplendor. En la actualidad el sector español de la fabricación de ladrillos y tejas en arcilla cocida es pujante, con un aumento en la producción en los últimos años y campañas de difusión de la eficiencia y resistencia de este material frente a otros disponibles en el mercado.
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Javier García Martín
2 comentarios en “Historia de un ladrillo: la tejera “San Antonio” de El Perdigón”