Zamora ha ganado una nueva escultura urbana para su callejero: «Adán después del pecado» del escultor Eduardo Barrón (Moraleja del Vino, Zamora, 1858-Madrid,1911). Cedida por FUNDOS al Ayuntamiento de Zamora la escultura fue colocada el pasado 20 de noviembre en la Plaza de Sagasta. La historia de esta escultura va unida a otra: «La Victoria» de Agustín Querol (Tortosa, Tarragona, 1860-Madrid, 1909) que desde Zamora ha ido a parar a León (octubre 2019).




Los originales (en yeso) se realizaron en Roma en 1885, donde los dos escultores estudiaron pensionados. Se enviaron a España y en 1888 quedaron depositadas por Real Orden en el Ateneo de Madrid. En este inmueble de la calle Prado de Madrid se conservaron hasta que se cedieron a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, realizándose dos vaciados en bronce de cada una: una pareja para el Ateneo y otra que fue a parar a la oficina central de Caja España en Zamora.


Viviendo en Madrid disfruté de las copias en bronce que escoltan la entrada del Ateneo, donde han sido apodadas con curiosos nombres populares como el «opositor suspendido» y el «opositor aprobado». Aquí algunas fotos que hice:







En Zamora, permanecieron juntas en la oficina de Caja España (hoy Unicaja) hasta no hace mucho. En 2019 FUNDOS (la fundación creada para gestionar el patrimonio de la antigua Caja España-Duero) se llevó a su sede, en León, la obra de Querol.

Es importante y justo que el patrimonio que se adquirió con el dinero de los zamoranos redunde, desarmado todo el entramado de las cajas provinciales y sus obras sociales, en el disfrute de los ciudadanos de la misma provincia.

A continuación algunas fotos interesantes: la curiosa estampa que lucieron las copias del Ateneo, «reverdecidas» con una cobertura de musgo natural. Fue en 2014, dentro del programa del festival «Ateneo Mucha Vida» y la copia zamorana en la exposición «Passio», edición 2011 de Las Edades del Hombre (con sede compartida en Medina de Rioseco y Medina del Campo).



En Zamora no sobran las esculturas urbanas, a pesar de ser cuna de grandes artistas. Por eso, tener ya en la calle esta obra de Eduardo Barrón, que «hermana» a la ciudad con la «Docta Casa» madrileña, es doble motivo de celebración.
Javier García Martín