En los últimos días del pasado mes de noviembre comenzó el derribo de la antigua fábrica de Industrias Harineras «Hijo de Miguel Carbajo S.A.», ubicada en el número 5 de la Ronda de la Feria. Este inmueble constituía todo un vestigio del exiguo tejido industrial de la provincia de Zamora, ligado al cultivo, almacenamiento (a través de la Red Nacional de Silos) y procesado del trigo. El edificio no contaba con ningún tipo de protección especial en el Catálogo de Elementos Protegidos del Plan General de Ordenación Urbana, como tampoco la tuvo en su día el edificio de la antigua Panera Social, inmueble de mayor antigüedad e interés arquitectónico y artístico derribado en 2017.
Este derribo, los anteriores y los futuros, invitan a reflexionar sobre la visión que los ciudadanos tenemos del concepto de patrimonio, comúnmente ligado a iglesias, castillos y murallas y la necesidad de ensancharlo y abrirlo a los denominados patrimonios emergentes, relacionados con la cultura contemporánea y la sociedad industrial. El Plan Nacional de Patrimonio Industrial define esta tipología de patrimonio emergente como «el conjunto de los bienes muebles, inmuebles y sistemas de sociabilidad relacionados con la cultura del trabajo que han sido generados por las actividades de extracción, de transformación, de transporte, de distribución y gestión generadas por el sistema económico surgido de la revolución industrial».
La fábrica que protagoniza esta entrada, y cuyo derribo queda documentado en las fotografías y vídeo que la acompañan, fue levantada en 1950 por la familia Carbajo, apellido fuertemente ligado a la industria harinera desde el establecimiento de su primera fábrica en San Miguel del Valle en 1920, aún en pie. Lucía en su fachada dos elementos de patrimonio gráfico (otro patrimonio emergente) que ya son historia: uno en hormigón, a lo largo del zócalo superior, y otro, en forma de tablero, bajo el segundo cuerpo de ventanas. Ambos, con la misma tipografía, tenían el mismo texto «Industrias Harineras HIJO DE MIGUEL CARBAJO», completando el segundo el «S.A.», alusivo a la forma jurídica de la sociedad.
Avanzar en un mayor conocimiento y percepción de estos elementos, tanto en el caso del patrimonio industrial como en el del patrimonio gráfico, ayudará a defender un concepto de patrimonio como construcción social, ligado al mundo del trabajo, a la industria pero también al pequeño comercio, fuentes indiscutibles de la identidad de nuestras ciudades.
Javier García Martín
Zamorateca 