





Las casas bajas, elogio de lo sencillo. A partir de los años 50 del pasado siglo se produjo una llegada masiva de población rural a las ciudades, que se asentó principalmente en la periferia. En la ciudad de Zamora: Pinilla, San José Obrero, San Isidro, San Lázaro, San Frontis, Olivares…. Esta población levantó pequeñas casas bajas, de líneas y materiales sencillos (algunas con adobes de barro y paja) y escasas dimensiones, si atendemos a la natalidad de esa época. Muchas disponían de un pequeño patio interior que ofrecía luz y ventilación, y que representaba para muchos un trozo de campo traído a la ciudad. Además, muchas de estas casas albergaban animales (cerdos, conejos o gallinas) en una pequeña cuadra.
En Zamora muchas de las más antiguas fueron derribadas para construir bloques, sin embargo aún son las protagonistas en el paisaje de los barrios. Algunas están siendo sustituidas por casas con más alturas y en otros casos restauradas y mantenidas.
Hoy, que la ciudad no necesita ampliar su parque de viviendas, debería incentivarse desde las administraciones públicas esta solución, ligada a un modo de vida quizás más social y sostenible y que serviría para repoblar los barrios históricos en lugar de seguir expandiendo los límites urbanos innecesariamente.